lunes, 16 de enero de 2012

José Semeraro Pastore: se fue el Gatico

Los dirigentes de mi tropa 27 (Seme al centro)

Pintoresco, arrancado, folclórico, majadero, inagotable, bien intencionado aunque no siempre comprendido, cargado de malicia indígena, "gatico" de los que siempre caen bien parados pero, ante todo y más que nada, scout: así era José Semeraro Pastore.

A Seme tenía años sin verlo, aunque no me eran ajenas las noticias sobre sus quebrantos de salud. Amigos cercanos a él –muchos aún vinculados al Grupo Scout 27, de Curridabat– estuvieron a su lado hasta el final, ayer domingo 15 de enero del 2012, tomándole de la mano e informándonos a todos los demás vía Facebook.

A Seme lo echaré de menos, y no porque fueramos uña y carne, sino porque él fue una parte integral de mi formacíón, en uno de los períodos más complicados de mi vida, como fue la adolescencia. Complicado es un término relativo, dado que por fortuna nunca afronté los traumas y dificultades de índole económico y familiar que viven muchos jóvenes. Por el contrario, mis padres siempre procuraron darnos un ambiente correcto y se apoyaron, sabiamente, en los scouts. Y en Curri, para ser scout, lidiar con Seme era ineludible.

Ahora que lo pienso bien, en realidad era él el que lidiaba con nosotros: adolescentes dolorcitos
malcriados, respondones y que no aguantábamos mucho. Nuestros dirigentes nos enseñaron a ser competitivos, a no aflojar, a dejar el alma en lo que hiciéramos... y esa fuerza les valió canas de más, pues manejar aquella tropa no era tarea sencilla.

Seme no era nuestro dirigente preferido pero sí el más respetado. Los otros jefes podían ser más compas, más conversadores, pero Seme era tajante, tuviera o no la razón. Para él la disciplina scout lo era todo y las cagadas eran comunes si nos veía con el uniforme desacomodado o haciendo un amarre sucio. Para él era imperdonable que un scout no gritara, que no cantara, que no se desgalillara con tal de demostrar que su patrulla era la que más subía los decibeles. "Sa-Sa-Sa... ¡SABORRRRRRR!", gritaba el Gatico y ay de aquel que no lo siguiera en su euforia.

Seme fue un modelo de dirigente gerencial, que veía todo desde arriba y que podía ser el más scout sin necesidad de desarmarse el alma jugando argolla india. Su tropa funcionaba muy bien con roles, dejándole al recordado John Leandro toda la parte de escultismo "aplicado" (nadie hacía nudos más rápido que él); a Rigo Quirós la cuestión filosófica y teórica, y al gordo Allan García el ser el amigo, el mae cool al que le era más fácil llevarse con aquel aterro de malansados.

La parte física no era lo de Seme: pocas veces lo vi en pantalón corto. Un par de veces se metió a mejenguear argolla con nosotros y salió bien recetado. Mientras nosotros nos pegábamos aquellas caminadas apocalípticas, él llegaba en su BMW, fresquito, y tomaba control del campamento.

Seme quería que todos fuéramos scouts las 24 horas, casi que fuéramos al cole con pañoleta y espolones. Para él era inaudito que uno no aspirara, como mínimo, al adelanto de Scout de los Bosques y a los guías de patrulla nos exigía aún el doble, porque portar el banderín no era para pendejos o hijos de papi.

Con Seme me enojé mucho, montones, y las discusiones con él no faltaron, creo que porque siempre estimó que podíamos dar más de lo que nosotros mismos creíamos. Sus juicios no pocas veces me parecieron injustos o antojadizos y entredientes no era raro que uno se comiera a la Abuela... pero entredientes, pues Seme siempre infundió respeto, ya fuera en la tropa de Curri, en la oficina nacional scout o en cualquier camporee centroamericano.

Los que fuimos al Camporee del 90 en México: Migue, Patrick, Luisfer, Seme, Munguía, Farid, Rigo, Jeffry y yo.















Mi primer viaje fuera del país fue precisamente al camporee de México 1990, con una patrulla allstar a cargo de Seme y Rigo. Y allá nos fue Seme a joder la vida, a regañarnos por no ganar más insignias, por tener sucio el campamento, por no ser los mejores del subcampo, por no devolvernos a Costa Rica con todos los trofeos que cupieran en el avión.

Los años pasaron y al salir de la tropa, la influencia de Seme bajó un poco, abriéndole la puerta a otros dirigentes que en sección mayor igualmente nos formaron ya para ser hombres, como fueron, en mi caso, Carlos Vargas, Hernán Acuña y nuestros "tatas adoptivos", Edgar Gómez y Xinia Araya. Pero el Gatico igual seguía ahí, pidiéndonos más, pulseándola para que aquellos muchachos que él formó se quedaran  ayudándole con la tarea de sacar nuevas camadas de scouts.

No lo hicimos. Al salir del clan son muy pocos los que siguen como dirigentes, mientras que los demás nos entregamos a la tarea de sacar adelante a nuestra propia patrulla familiar. Aún así, y creo que sin que Seme, Rigo, Allan o John se lo propusieran, nos brindaron algo mucho más valioso que conocimientos de primeros auxilios o los honores de la bandera, pues aquellos scouts que tanta guerra les dimos somos hoy una nueva tropa, más unida que entonces y que crece cada vez que alguno se casa o bien, como en los últimos años, se convierte en padre. Si en algún momento fuimos panteras, búfalos, cobras, halcones o tigres, hoy somos una misma piña de amigos que ha resistido el paso del tiempo.

Ahí es donde yo veo el sello de Seme.

El cáncer se llevó a Seme, a la Abuela, al Gatico. Mientras que todos decidimos tener nuestras propias familias, Seme prefirió hacer de los scouts su familia y creo que por eso siempre se sintió en tanta propiedad para jodernos, para socarnos, para presionarnos a ser los mejores scouts del mundo.

Seme, no estoy seguro de que estuviéramos ni siquiera cerca de ser los scouts que vos querías pero si podés tener la tranquilidad de que formaste buenos seres humanos.

Saludos Gatico (y con la mano izquierda, que es la que está más cerca del corazón).

(Si fuera caricaturista, aquí incluiría una imagen de Seme alegando con Baden Powell, sobre los cambios que él le aplicaría al escultismo).