martes, 12 de junio de 2012

Carta de amor a la Sele (pase lo que pase)




Sé que estás concentrada, a miles de kilómetros de casa y con una tonelada de presión encima. Por eso no quiero distraerte mucho pero sí dejarte claro que se te quiere y aprecia.

El que el Mundial se pueda esfumar tan rápido, apenas en las primeras de arranque, nos tiene con el corazón partido, no te lo voy a negar. Y aunque me gustaría estar en el iluso bando de los eternos optimistas que ante cada escollo ven el vaso medio lleno, admito que ya me preparé para lo peor... dientes apretados y asterisco fruncido.

Y bueno, qué le vamos a hacer: esta eliminatoria no parece ser la tuya. No te doy por muerta pero seamos realistas en que ya no sos "potencia" del área, ya sea porque bajaste de nivel o los demás subieron. Vos de eso sabés más que yo.

Es cierto, puede ser que a partir de hoy empiece la despedida mundialista, a como también puede darse el ansiado levantón de rendimiento que tanto nos prometen quienes te manejan. Para efectos de esta carta, tu suerte no influye.

Y es que, con o sin Mundial, ahí seguiremos: yo, vos, nosotros... Será un mal matrimonio pero nos toleramos, pues sabemos que las alegrías son más que las tristezas.

El lado pulsional de mi cerebro me impulsa a despreciarte, me recuerda que hay cosas verdaderamente importantes en la vida que sí deberían angustiarme, como la homofobia que destila desde los supremos poderes de la República o las ansias heredianas de convertir este país en un imperio cafetalero. Y sí, esos temas me emputan pero no por eso puedo dejar de ser hincha.

Y eso está bien.

A vos te quiero en las buenas y en las malas... es inevitable. Y cada cuatro años nos metemos en el mismo ritual de matemáticas, estadísticas, comedera de uñas y maldiciones de gradería, abrigando la esperanza de que te colés al final entre los 32 mejores.

En el fondo sé que soy dichoso, pues a mis 35 años he sido testigo de las tres veces que cruzaste la meta, estuve ahí para verte, para madrearte, para aplaudirte, para echarme las birras en tu nombre. Pienso en todos los buenos aficionados que te vieron tropezar cada cuatro años antes de 1990... pobres.

Sabés que si quedás fuera de la fiesta brasileña es lógico que te daremos un poco la espalda y habrá gritos pidiendo cabezas. Ni modo, es parte del oficio.

Pero estate tranquila que, no importa lo que pase, al final de cuentas siempre volveremos a darte pelota, a levantarte el ánimo, a ayudarte a lavarte la cara y a convencerte de que sos la tapa del perol, aunque sea para engañarnos.

Vos sos mi sele; eso no tiene quite.


Pd. Te prometemos que si lográs "el máximo objetivo", nuestros músicos harán un mejor esfuerzo que... esto.

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