martes, 13 de septiembre de 2011

Red Hot Chili Peppers servidos con Salsa Lizano



Ejecutivo, tallado, mecánico y preciso: todos esos adjetivos le caben al segundo concierto de Red Hot Chili Peppers en Costa Rica. Pero, casi al final del chivo, otro calificativo que no me esperaba también se sumó a la lista. Y es que, contra mis propios pronósticos, los Peppers también resultaron sorpresivos.

¿Sorpresivos, en serio? Claro que sí, pues sorpresa absoluta resultó que en el encore la banda interpretara íntegro el cierre del mítico disco Bloodsugarsexmagik. La lujuriosa Sir Psycho Sexy y la frenética They're Red Hot (original de Robert Johnson) fueron algo inesperado y que, en mi caso, me devolvió a aquellos días de 1992 en los que recorría las calles de Curridabat con el casete del BSSM en la bolsa del pantalón, esperando que en todas las casas de mis amigos me dejaran ponerlo.

Anoche vivimos una buena jornada de rock and roll. Los Red Hot Chili Peppers son un grupo maduro (con casi 30 años de formación) y en el Estadio Nacional dieron un concierto a la altura: sin excesos, sin espacio para la espontaneidad pero sí acorde al precio de los boletos: nadie puede decir que salió paqueteado o que la banda le quedó debiendo.

¿Diferencias entre lo de anoche y lo vivido en el 2002 en Heredia? Muchas, a pesar de tratarse de los mismos protagonistas (a excepción de John Frusciante, a quien ayer no eché de menos gracias a la soberbia suplencia de su buen amigo Josh Klinghoffer). Empecemos por la intensidad: tanto los Peppers como nosotros nos dejamos llevar más en su primera visita, por varios motivos.

Para los músicos, en aquel entonces tocar en Costa Rica se había vuelto casi una misión, dado su apego tras sus múltiples venidas de carácter lúdico y surfístico al país. Y esas ansias de presentarse por primera vez acá hicieron que el cuarteto casi se desarmara de tanto que se movió en la tarima del Rosabal Cordero. En cuento a nosotros, los aficionados, su concierto del 2002 fue especialmente significativo, pues rompió la sequía que por años arrastramos de buenos conciertos internacionales.

La muerte de un joven en 1994 en el recital de Aerosmith puso final a lo que yo defino como la primera Época de Oro de los chivos foráneos. A inicios de los 90 no creíamos en nadie, gracias a una seguidilla que incluyó a nombres como Sting, INXS, Depeche Mode, Bon Jovi, Information Society, Roxette y los ya mencionados Aerosmith. Los años de sequía llegaron y no fue sino hasta el 2002 que con los Peppers (y coincidentemente con la entrada de Evenpro al país) que volvimos a las rutas de las buenas giras. Por eso, en Heredia todos, absolutamente todos, brincamos a más no poder, haciendo trizas la gramilla florense y sacándonos aquel presón de buena música en vivo.

En cambio, anoche nos portamos mejor. No solo en los últimos tres años hemos tenido sobredosis de conciertos venidos de afuera (lo cual se agradece), sino que al tratarse del Estadio Nacional pareciera que sí caló eso de que hay que cuidarlo. Además, también hay que abonar que el repertorio 2011 de los Peppers no tiene tantos picos de emoción como sí lo era en el 2002.

Como era de esperarse, el cuarteto incluyó siete temas de su nuevo álbum I'm With You, que con apenas 15 días de haber sido lanzado aún está muy tierno como para haber sido asimilado (aún así, a mi lado había una chavala que se sabía todas las piezas nuevas, lo cual es de aplauso). Y la gente es lógico que baje revoluciones cuando escucha música que aún le es desconocida.

Sin embargo, quejarse del setlist sería de ingratos, y más si lo comparamos con lo que la banda tocó la víspera en Bogotá. En suelo tico los Peppers no solo tocaron dos temas más que en Colombia, sino que los éxitos fueron buenos y abundantes: coro de miles en Under the Bridge; sencillos salidos del compilado de éxitos como Can't Stop, Tell me Baby, Universally Speaking y Otherside, y las imperdibles como CalifornicationSoul to Squeeze.

Los tres puntos altos estuvieron en aquellas canciones que inyectan: Higher Ground (lo único de su etapa ochentera); By the Way y, desde luego, Give it Away, que marcó el cierre después de la sorpresiva interpretación de Sir Psycho Sexy y They're Red Hot.

Musicalmente, los Peppers son impecables, aunque admito que extrañé un poco más de potencia (¿volumen?) al bajo de Flea. Sin embargo, me sorprendió lo poco comunicativos que venían los músicos, con Anthony Kiedis limitándose a lo mínimo en sus intervenciones (solo se permitió una broma sobre nuestro estadio chino). Flea fue el más suelto y quien más habló pero nada en comparación a sus "discursos" del 2002.

Los Peppers dieron en el Estadio Nacional un concierto ejecutivo, tallado, mecánico y preciso, sin mucho espacio para la espontaneidad pero bastante ameno. Su público es multigeneracional y quizá por eso ya no hacemos tanto feo, pues nadie quiere asustar chiquitos con una voladera de patadas. Aún así, yo fui de los "rocos" que hicimos horrible cuando Sir Psycho Sexy entró a escena... esa sí que no me la esperaba.

Nota1: De aplaudir la aparición de Keep the Gap como telonero. El cuarteto local salió avante a pesar de que era desconocido para el 90% de la audiencia. Si le llamó la atención su música, búsquela entonces en Bandcamp, donde puede bajar su primer EP y escuchar su segundo disco, ya casi a la venta.

Nota2: El título de esta nota tiene poca relación con su contenido. Vino de una idea mal ejecutada de relacionar a los Peppers con la salsa Lizano que tanto le gusta a Flea en el pinto, al punto que ayer inventó el hashtag #pintopower.

Toda las fotos de Eddy Rojas. Tomadas del Facebook de Evenpro.

1 comentario:

  1. Gracias Víctor... muy bueno el blog... solo que... ahora me lamento todavía MÁS de no haber ido al concierto!!!

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