lunes, 19 de septiembre de 2011

"El regreso" al país hecho mierda de Hernán Jiménez



-¿Y cómo encontraste San José?
-Hecho mierda
-¿Y cómo encontraste la casa?
-Hecha mierda
-¿Y cómo me encontrás a mí?

Las primeras palabras que Antonio y su papá cruzan son la señal de que El regreso lleva por dentro un rollo que no es jugando.

El viernes pasado fui a ver la nueva película de Hernán Jiménez, la misma que hoy nos hace creer que eso que llaman "nuestro cine" sí es posible. Y sí, El regreso es una gran película, una cinta costarricense que a mí me tranquiliza que dé la cara por nosotros en el exterior (y no como mierdas al estilo de Donde duerme el horror, que no sé cómo la recibieron en un festival estadounidense... legítima pena ajena).

No he visto aún A ojos cerrados, por lo que no tengo punto de comparación en la filmografía de Hernán (eso sí, Los justicieros son geniales). Quienes ya vieron aquella película hablan bellezas de ella, por lo que anotarse dos éxitos al hilo es señal de que el talento del cineasta no es un accidente.

El regreso tiene la virtud de estar contada en tico pero sin ser obligatorio haber nacido acá para entenderla. Lo mismo que antes lo hicieron –desde distintos ángulos– El cielo rojo y Gestación, la cinta de Hernán nos retrata, nos representa, nos pone de cuerpo presente ante los ojos de otras latitudes. ¿Es así la vida en Costa Rica? Desde luego que sí.

Antonio –interpretado por el propio Jiménez– es un mae de 30 años que vuelve al país tras casi una década de vivir afuera y el reencuentro con NUESTRA realidad lo deja casi catatónico los primeros 15 minutos de la película. Y ese es un gran acierto de esta historia, pues siempre hemos conocido de ticos expatriados que se van en el ride nostálgico, añorando la salsa Lizano, los helados de sorbetera y los chistes de borrachos/nicas/playos del Porcionzón, pero nadie nos cuenta sobre el choque emocional de volver a un país hecho mierda.

Dejémonos de varas: acá todo está hecho mierda. Los padres fundadores de Ticolandia tenían el juicio estético (término de mi mama) en el culo, lo que hoy nos hace convivir en urbes espantosas, sucias, estrechas, rotas, quebradas, en las que la mitad de las obras no sirve y la otra mitad es demasiado fea.

Antonio va casi enfermo en el taxi, saturado del cablerío que domina nuestras esquinas; sudando por los anuncios de Derby que contaminan la vista, dejando el estómago tirado a pedazos en los huecos de la calle. Esa es la parte que más me gusta de El regreso.

Ahora bien, el rollo interno de Antonio no me lo bajo. El mae es un escritor que se escondió  en Nueva York para huir de su familia y al volver no sabe cómo relacionarse con una hermana fanática de la rezadera-lloradera producto del abandono; un padre indiferente y apantallador y un sobrino que no conoce. Eso es válido y se entiende... pero de ahí a casi ponerse a llorar con solo ver al padre, qué va.

Antonio (Hernán) y César (Daniel): compas.
De todos los personajes de El regreso, Antonio es precisamente al que menos le creo su drama. Los demás miembros de su hogar sí tienen motivos de sobra para ser miserables (enfermedades, necesidades, soledad) pero Antonio no. ¡El mae vive en Nueva York, por Dios! Allá al parecer no se gana los dólares lavando platos o paseando perros, siendo como escritor, lo cual habla muy bien de él. El único que no está comiendo mierda es él... perdón, pero tanto lloriqueo me parece gratuito.

Por lo demás, el trabajo de los otros intérpretes es de aplauso. Bárbara Jiménez se echa mucha de la carga emocional al hombro como Amanda, la desquiciada y desesperante hermana de Antonio, y el niño Andre Boxwill encanta en el papel de Inti, el sobrino que mejor entiende los enredos de su casa. Igualmente Monserrat Montero se luce con Sofía, la "vecinita" que reaparece en la vida de Antonio y lo ubica a la brava. Sin embargo, el personaje que más cautiva es César, el cholometal mejor compa, encarnado de manera magistral por el también cineasta Daniel Ross... ver la discusión que César y Antonio sostienen camino al aeropuerto debería ser obligatorio en el programa de educación secundaria. Para aplaudir de pie.

El regreso me recordó además algo que me encanta del cine tico: uno conoce a todo el mundo. Hoy que vi el trailer del nuevo filme de Miguel Gómez, puedo jurar que reconocí al menos a 10 de mis contactos de Facebook. En la cinta de Hernán no fue para tanto pero igual me gustó ver a conocidos como Rodolfo Fofo González celebrando goles y a Fernando Chironi en plan ligador en un bar. Saludos, muchachos.

Otros apuntes carrereados de El Regreso:

  • La banda sonora me la partió. Federico Miranda logró justo la música que la película necesitaba y redondeó así uno de sus años más completos como artista. Además, me encantó el uso de canciones de bandas nacionales en varias escenas. No sé quién tuvo la idea de incluir a The Great Wilderness pero, sea quién sea, lo felicito.
  • Mucho del humor que Hernán ha externado en sus rutinas de stand up comedy se hace sentir en la trama, con absurdos de situaciones muy ticas que solo nosotros entendemos en su totalidad: un Datsun remolcado en grua; robarle wi-fi al vecino; cambiarse de asiento cada 10 segundos en el único país donde se hace fila sentado; irse a propósito en un hueco; la dignidad del roquero que dice "yo no toco en cualquier chinchorro"; la gorda burócrata pinturreada que marca por teléfono mientras uno se hace de piedra esperando un trámite... no sé cómo aún no han salido camisetas que digan "deje de comer papaya".
  • Los patrocinadores son vanidosos y por eso, asumo, siempre exigen estar visibles. Sin embargo, Hernán resolvió con mucha elegancia y naturalidad la presencia de marcas, incluso creando un diálogo sobre la leche (que presumo no estaba en el guion original) que justificara tantos pinos a la vista. Aún así, en La pensión juran y rejuran que es necesario que los personajes salgan con la gorra de Importadora Monge.
Vayan a ver El regreso: es plata bien invertida.



5 comentarios:

  1. Excelente.
    No comparto lo del personaje de Antonio. A mi me gustó que no se explicara bien esa relación amor-odio con su padre. Creo que es algo muy común a muchas personas y a veces no tiene explicación "concreta".

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  2. Buenisimos comentarios, coincido en todo.

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  3. Víctor, muy buena tu reseña de la peli. Concuerdo con lo del personaje central. Demasiado quejumbroso para mi gusto. Hasta extraña que los ticos se lo bajen. Creo que se debe, como bien apuntás, al balance que logran los demás personajes. Saludos,

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  4. Al maje que escribiò este artìculo

    la perspectiva que tenemos de nuestra vida misma y de la sociedad misma es un producto de nuestra configuraciòn psicològica colectiva. Individualmente podemos modificar nuestra configuraciòn mental personal para producir un cambio externo, pero esto es solo posible despuès de estar evadiendo este hecho y dejar de estar echando culpas a otros de lo que es pasado y no puede modificarse. Pero si creemos que el mundo va a cambiar y convertirse en algo que nos guste màs sin cambiarnos a nosotros mismos, perdòneme pero eso es caer en la estupidez completa. Hay que cambiarse a si mismo, y de allì que esa voluntad se refleje a lo externo. El idealismo en su forma màs prìstina debe ser revivido, alimentado por por la latencia del espìritu. Pero si creemos que podemos obtener lo mejor de todo ignorando nuestra dimensiòn espiritual, puès el resultado seguirà el que vemos actualmente. Todo los ignorantes de esta nueva sociedad hedonista parecen no saber que el bienestar està vinculado a un cierto desarrollo espiritual y a una consmovisiòn de la que la mentalidad colectiva se nutre para crear un mundo mejor. Cual es la fuente espiritual que alimenta la mentalidad tica?

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  5. Hoy dieron la película en canal 7... A mi no me cuadró la trama, y mucho menos cómo fue presentada, porque cronológicamente no tiene lógica... Salta de una escena a otra, como si todos los personajes fueran distintos en cada una... Y el final no lo entendí, porque parecía que estaba fumando mota en el país pura vida... Como si todo problema se pudiera resolver con un purito en el patio de la choza, contemplando el hijueputa sol de verano, porque si hubiera sido en la estación lluviosa, hubiera sido otra cosa... O hubiese empezado a llover, y como aqui nunca pasa nada interesante, todo el mundo termina cagado de risa... Abusan demasiado del lenguaje... No todos hablamos tanto "tico"...

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