lunes, 11 de abril de 2011

Shakira en Costa Rica: culopatía en clave de pop


En su divertido montaje unipersonal Culopatía de Estado, Rubén Pagura interpretaba a una veintena de personajes, incluido un presidente afectado por una rara enfermedad –culopatía– que le hacía tomar decisiones con el trasero cada vez que algún grupo de poder lo pateaba por detrás. No creo que Shakira esté aquejada de dicho mal pero lo cierto es que en su espectáculo son las posaderas las que llevan, por raro que suene, la voz cantante.

Anoche vi por primera vez en vivo a la hija predilecta de Barranquilla. Extrañamente, Shakira es de las pocas estrellas latinas que le anda de lejos a Costa Rica, pues la de este sábado 10 de abril fue apenas su segunda presentación en suelo tico (la primera fue en noviembre de 1996, cuando daba a conocer el Pies descalzos). En mis planes no estaba ir a verla al Estadio Nacional, máxime después del buen rato que le dediqué por mi trabajo al "Goloso" sabanero durante su semana de inauguración. Pero uno pone y Dios dispone y así, sin proponérselo, la familia Fernández Quesada estuvo anoche en la gramilla del Nacional. Para Mónica y para mí fue especialmente emotivo, dado que se trató del primer concierto de Emma, quien iba bien ilusionada y forrada (a los papás nos da el freak con los "chiflones"), sumándose a la enorme cantidad de niños convocados por el llamado de la colombiana (ayer vi tanto chiquito que bien pudo creerse que se trataba del show del Agente Oso o Los Imaginadores).

Al igual que en el resto de actividades organizadas por Jotabequ para echar a andar el Nacional, la movilización de la gente y su ingreso al recinto fue puro orden, sin molotes ni mozotes, lo cual es de aplaudir. Nosotros llegamos pasadas las 7 p. m. y entramos sin problemas, justo para esperar una hora antes de la aparición de la peliteñida artista.

En esos momentos Dr. Leo hacía las de telonero, mezclando éxitos tropicales y pop ante un público bien educado. Leo es de los artistas electrónicos más experimentados del país y hubiera preferido oírlo con sus mezclas originales y no con remixes de Cádillacs y Eurythmics pero bueno, la organización decidió no complicarse mucho con actos abridores, a pesar de que Shakira sí ha actuado con grupos previos por todo el continente (la víspera, en Guatemala, incluso fue parte de un festival, con muchos otros nombres en el cartel).

Leo terminó lo suyo –el rapero Dan Robinson le echó una mano, haciendo más de animador tipo "radio juvenil" que otra cosa– y siguió una espera inexplicable. Yo veía como Emma empezaba a sucumbir al sueño conforme avanzaba el reloj y nada de Shakira... pasaron las 8:30 p. m., las 9 p. m. y ya para cuando al fin salió la colombiana, a las 9:15 p. m., mi hija estaba en brazos de Morfeo (bueno, en los de su papá, en realidad). La verdad se me hizo raro que un concierto con una cuota tan alta de niños entre su audiencia empezara tan tarde.

Y salió Shakira. Hoy la gente se queja y comenta del fallo eléctrico que le puso la zancadilla a la colombiana apenas en la segunda canción pero en realidad no me pareció nada para morirse ni hacer berrinche. Aunque se quedó sin reponer la pieza malograda, Shakira demostró ser muy gente, volvió sonriente, se disculpó por un fallo en el que (presumo) no tuvo culpa y siguió con lo suyo. El público la perdonó rápido y se entregó a un espectáculo monótono, sin mucha pasión pero cumplidor, a sabiendas la artista de que ya tiene la audiencia en la bolsa con solo dar dos toques de cadera. Shakira tiene el guión más que aprendido y lo que vimos aquí estoy seguro que es lo mismo que mostró en Guatemala y Panamá (el fallonazo del audio fue lo único salido del libreto).



Y ahí vuelvo al inicio, a la culopatía: Shakira es 100% caderas y su show se va en eso. La colombiana baila como le da la gana y esas caderas parecen estar poseídas por el mismísimo demonio, pues se mueven satánicamente. Pero ya, eso es todo. Demasiado belly dancing empacha y después de tres piezas de ombligos y nalgas en primer plano, aquello se me hizo tan repetitivo como predecible.

A esto le sumo una banda que se luce poco, con músicos de todo el mundo contratados para tocar canciones en las que no se les va el alma. Y no digo que deban ser sus compositores pero cómo no comparar a los anémicos ejecutantes de Shakira con, por ejemplo, los virtuosos e inyectados músicos que acompañaron a Fito Páez, siempre en La Sabana, en el FIA del año pasado.

En el rato que estuve –porque alzamos anclas antes de que saliera la manada– me quedó claro que Shakira quiere que sepamos que a ella le gusta el rock. Primero incluyó un guiño de Unbelieavable, de EMF, que sonó horrible, tanto por el grito de ella como por el pésimo riff que (intentó) el guitarrista. Sin embargo, lo peor –o al menos más extraño– se dio con la interpretación de Nothing Else Matters, de Metallica, convertida para la ocasión en un tema ¿sensual? con aires de música andina que no solo se me hizo innecesaria, sino de una pésima factura. Y esto no es por ser uno fiebre de Metallica, sino porque los covers valen cuando no estropean la versión original.

El repertorio fue cero sorpresivo, plagado de las canciones instrascendentes producidas por la colombiana después de su crossover y que tanto le gustan hoy a las niñas como La tortura, Loca, La Loba (por mucho la peor pieza de la artista) y la infumable Waka-Waka. Yo agradecí las contaditas cucharadas de la Shakira que se apoderó hace muchos años de América Latina: Si te vas, Ciega sordomuda, Inevitable... esos fueron, para mí, los mejores momentos de la noche.



A pesar de lo tarde que empezó, el concierto terminó relativamente temprano, pues la colombiana no cantó ni dos horas. En 1996, cuando vino por primera vez con su disco debut, la de Barranquilla cantó hora y media "porque para eso me alcanzan las canciones que tengo". Ayer –15 años y seis álbumes después–, Shakira volvió a cantar hora y media... me asusta pensar que solo para eso le alcanzan las canciones que tiene.

Gracias a Vane Loaiza por el link de la nota del 96.
Foto tomada de la página web de la artista.

7 comentarios:

  1. Con gusto Vic... lástima que una mae que era muy autóctona, muy propia, con un estilo a lo Juanes, se transformara en una chillona que grita como Loca y aulla como Loba, literalmente. Si hubiese ido (yo por ese concierto no pago), habría agradecido Inevitable y el bolerito que canta para El Amor en los Tiempos del Cólera, cuando retoma sus raíces... Lo siento por Emma, no la despertaste?

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  2. Lo intenté pero qué va... no hubo Loba ni Loca que valiera pero bueno, se matizó con Dr. Leo.

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  3. Me hubiera quedado con Shakiro, su versión de hombre (Ya es conocido este hombre por su excelente interpretación de la cantante)... Quizás hubiera dado más que una hora y media de concierto, y aunque no existieran los movimientos de cadera que en su punto llegasen a aburrir, se daría un mejor espectáculo

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  4. En parte, me alegra confirmar que la Shakira de hace unos años, es la mejor. No estamos tan perdidos. Pero cuanto me entristece entonces sacar la conclusión ¿cómo tanta gente en el mundo, no puede notar la mediocridad de una artista con un potencial enorme -porque la conocimos en sus mejores momentos y fijo puede dar más-?
    Y lo peor, saltan en su defensa cuando le llueven las críticas sobre los espectáculos que ofrece y los productos musicales que vende, con argumentos como ¡ay, eso es pura envidia! ¡si gustos no hubiera...!
    No, no me carcome la cochina envidia porque yo no puedo mover las caderas como ella lo hace. No es envidia, es desilusión.

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  5. para que van a conciertos que no les gusta??? a criticar como siempre..... gastese la plata en la leche de su hija entonces...

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  6. Por dicha también me alcanza para la leche de mi hija... gracias por la preocupación.

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  7. Mae, sus comentarios son tan buenos como son diviertidos. Gracias por la leida!

    "La colombiana baila como le da la gana y esas caderas parecen estar poseídas por el mismísimo demonio, pues se mueven satánicamente."

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