miércoles, 13 de abril de 2011

Mi regreso a la UCR... por un día


Mis primeros recuerdos de la Universidad de Costa Rica datan de cuando tenía como cinco años. Hijo de dos funcionarios de esa casa de estudios, la U fue mucho más que un campo de juego, pues era prácticamente mi segunda casa.

Ayer volví a pasar un día entero en la U, lo cual no sucedía desde 1999, cuando me dieron un título y se me acabaron las excusas para seguir pastando en la plaza 24 de Abril. No es que desde entonces no hubiera visitado el campus Rodrigo Facio, pero mis regresos han sido rápidos y al grano, usualmente para contarle a estudiantes de comunicación qué es lo que les espera del aula para afuera.

Pero ayer estaba libre y si hay un lugar donde se puede descansar a pata cruzada, esa es la UCR. Empecé viajando en el bus de Heredia a la U, tal y como lo hice muchos años atrás, cuando acompañaba a Mónica a su casa, en lata, para luego devolverme, en lata, hasta Curri. Sí, de la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva salí con mucho más que un pedazo de papel con mi nombre.

Gracias al campanazo del siempre enterado de Francisco Correa, ayer me encaminé a la U con la oportunidad de ver La Yuma como excusa. Días atrás -a propósito de la velada boxística en el Estadio Nacional- escribí un post sobre buenos filmes relacionados con el deporte de los puños y Correa me señaló, con toda razón, que La Yuma debía estar en dicha lista. Desde luego que la cinta nicaragüense no es muy común en los videoclubes, por lo que la oportunidad de verla en el auditorio de Ciencias Sociales sonaba demasiado tentadora como para dejarla pasar.

Como todo en la U, la película empezó tarde, lo que sirvió a mi intención de ir a La Canela en procura de almuerzo. Hablar de los cangrejos de esa repostería-panadería es casi un tema sagrado para muchos de mis compañeros de generación. En aquellos años, cuando la plata estaba contada para los pases y tal vez alguna birra en la noche, los productos de La Canela eran un almuerzo llenador o bien una cena cumplidora.

Por eso seguro puse cara de idiota cuando llegué a la misma ventanilla de siempre: la variedad de pancitos me abrumó. Antes no había muchas opciones, pues era el cangrejo o el pan de canela y vámonos. Pero no, ahora La Canela vende de todo: cangrejos arreglados, pancitos rellenos... y hasta con aderezo. Opté por una especie de ¿burrito? relleno de queso, pollo y otros ingredientes que no preciso. Estaba rico pero no para morirse (para la casa compré un cangrejo dulce que, lastimosamente, me pareció un pan más, simplón y harinoso. Por dicha, con el rollo de canela sí tuve mejor suerte... me supo a nostalgia).

La película me encantó y más aún verla en el mismo miniauditorio donde tantas exposiciones hice y presencié. Momento emotivo del dia fue ver que el encargado de audiovisuales de la facultad es Alfonso, el mismitico al que tanto jodimos pidiéndole, en aquel entonces, teles y proyectores. Alfonso es de esos funcionarios apuntados con los alumnos y siempre nos echó la mano en todo lo que le pedimos, aunque no fuera parte de sus obligaciones.

Luego recorrí el pretil, elevándole por un rato el rango etario, y vi que, en el fondo, las cosas no han cambiado tanto desde que me fui de ahí, hace ya 13 años. Los personajes siguen siendo los mismos: ahí están los bombetas de las asociaciones estudiantiles; los "rojos" que pintan mantas antigringas a la vista de todos, siendo la pintada en sí parte de su discurso; los metaleros que se dan el taco de ir a clases con las camisetas más satánicas; las güilas sodas que llevan más sol que horas estudio, y los pargazos que dedican todo su dia en la U a patear un saquito de arena. Y, menos visibles pero mayoría, todos los demás, los que, al igual que en mi caso, íbamos a clases sin tener muy claro cuál era nuestra militancia... en caso de que nos interesara tener alguna.

Mi visita coincidió, sin querer, con el inicio de la Semana U y lo que vi me gustó, pues sobran los puestos de ventas de artesanías, productos orgánicos, ropa ecológica, libros y más. Aquello me recordó un turno, incluso con algodón de azúcar, como vi frente a Arquitectura. Y en el pretil, Educación, Derecho y la 24 había tarimas de conciertos, lo cual es de aplaudir.

Mis semanas U son recuerdos imborrables. Carrozas de pésima factura, todos los compas celebrando en bares hoy ya extintos como Mosaikos, Bésame Mucho, Caccio's (cuando estaba "abajo"), Cocodrilo, La Villa y El Ballenato y chivos con bandas que me marcaron, al estilo de Hormigas en la Pared, Ritos, Garbanzos, Los Rabanes y El Parque. Este cuento creo que lo he contado mil veces pero me vale: haciendo fila con mis amigos de Curri para ir a un concierto en Generales con HELP, un flaquillo se acercó a invitarnos a que lo fuéramos a oír a Bellas Artes, donde tocaba, a la misma hora, su agrupación.

Yo: "Mae, ¿y cómo se llama el grupo?"
Flaquillo: "Se llama Gandhi"
Yo: "Mae, ¿qué es ese nombre?"

El flaquillo se llama Luis Montalbert-Smith y, afortunadamente, tuve oportunidad de ver a su grupo muchas otras veces... pero no esa noche.

Ayer, para terminar mi recorrido por los lugares comunes de mis años universitarios, hice camino a Nueva Década, donde, al igual que 15 años antes, me compré un libro en descuento, cuyas primeras 65 páginas me volé en un corrongo café, justo a la par de la línea del tren.

Sé que la U es mucho más que ese compendio de imágenes bucólicas y estereotipos pero, para quienes la añoramos, es lindo revivir, aunque sea por un día, lo rico que se la pasaba uno ahí. Extraño la U... y se me nota.

7 comentarios:

  1. Victor, como siempre es un placer leer de tu pluma, pero este escrito en particular me llega al alma. Son tantos los sentimientos encontrados, los recuerdos y las imagenes mentales que tu dia lo pude casi que vivir a tu lado... Sin las calorias del cangrejo... que cuanto me gustaria tener de mas hoy! jajajajaja

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  2. Víctor, leí esto y fui capaz de retroceder casi veinte años en el tiempo por unos minutos, cuando estaba apenas empezando en la UCR. Sí hay que reconocer que Generales al menos por fuera está más bonito ahora. Qué digo, está bonito, punto.

    Uno pensaría que todo cambia radicalmente en ese tiempo y la verdad, quizás solo sean las modas, los cortes de pelo y los bares (marche camiseta de "yo me eché las birras en Taurus"). Es saludable oír que aún existe la carrera de Pretilogía con énfasis en manejo del Hacky Sack. :D

    Palabra que quedé antojado de un cangrejo en La Canela, para completar el viaje a través del tiempo.

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  3. Jajajaja, quien iba a pensarlo. ¡Hiciste el día! Buena, no, buenísima.

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  4. Me uno a los comentarios que rescatan las memorias que se evocan al leer esta entrada del blog... yo también, por cosas de la vida, ayer visité la U en la noche, y pude disfrutar de un pan de canela... ya o son tan "voluptuosos" ni tan bañados en líquido como antes, pero siempre tan sabrosos... gracias por las memorias!!!

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  5. Gracias Victor por darle otro sabor a la cotidianeidad de la UCR, como he dicho siempre vivo de recuerdos y olvidos que han marcado mis días, y que aún hoy sigo haciendo incisiones cada día que voy al trabajo en la UCR, y al pasar por Ciencias Sociales, y mirar el auditorio, es como apretar el baúl de los recuerdos y mirar los espacios desvanecidos de lo que un día fue la casa en donde compartimos como una gran familia de amigos, entre enojos y sobre todo felicidades. Si volviera a nacer y me ponen a escojer, tengalo por seguro que escogería conocerlos a todos ustedes, como hasta ahora. Como dice Silvio Rodríguez entre tantos espacios, planetas y estrellas teniamos que coincidir. Y esta historia no acaba aún, la forjaron todos ustedes y la siga escribiendo Laura Martínez y los nuevos comunicadores. Y estoy seguro que habrá Semanario más allá del fin de nuestros días. Un abrazo desde mi apartamento hasta Casiopea para todos.

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  6. Bueno no era anonimo, soy Jorge Gonzalez, es que me come aun la tecnología de face book ja ja ja

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  7. Wow lo siento tan real... y eso que yo me gradue el pasado febrero.

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