martes, 26 de abril de 2011

Judas Priest anda conDon


En Costa Rica, por lo general, los productores de conciertos ponen su nombre como carta de presentación. Se sienten en su derecho, y la razón los asiste, de que su firma sea más que evidente en cada espectáculo que promueven, a sabiendas de que, si toda sale bien, los aplausos irán asociados de inmediato a su nombre y apellido. Cierto que si las cosas no resultan como las anunciaron las consecuencias también irán directo a ellos como personas pero se trata de un riesgo calculado que bien parece valer la pena.

Marvin Córdoba y Miguel Cabrera han sido de los más explícitos, bautizando a sus respectivas productoras igual que ellos, convirtiéndose así en su propia marca. Otros colegas suyos han optado por emplear sus iniciales, al estilo de ESP (Enrique Salgado), DMP (Darren Mora) o WB (Willy Bosso). Sin embargo, el caso que hoy nos atañe no es de una productora que utilice el nombre de su dueño, a pesar de que todos los esfuerzos de mercadeo están centrados, precisamente, en el productor.

Lo admito: Don Stockwell es un personaje que nunca me la terminó de hacer.

En el 2004 la prensa de espectáculos nacional se fue de cabeza ante la llegada de un gringo-tico que se hizo (sí, él se la hizo) una fiestota en el Hotel Marriott para presentarse en sociedad. De la noche a la mañana, Don Stockwell pasó a ser el amigo que todos querían tener. Luego empezó a pregonar sus ayudas a distintas causas benéficas, con lo que se labró fama de "filántropo". Por mucho menos hemos tildado de bombetas a infinidad de ticos deseosos de atención pero no a Stockwell: su campaña de autobombo contó con la complicidad de todos los medios de comunicación del país, amén de la raza de lame botas y figurines que se autodenominan como "faranduleros", quienes encontraron en el recién llegado a una especie de modelo a emular.

Don Stockwell incursionó y promocionó muchos negocios, siendo siempre el más vistoso el de su productora de conciertos, Tropix II. Recuerdo que de los primeros que organizó estuvo el de Juanes en el Saprissa, evento que yo cubrí y del que no se me olvida la manada de amigos suyos (supongo) que lucían con orgullo camisas con el lema "Yo ando conDon". El productor como protagonista.

Si Lynda Díaz tuvo lo más cercano a "la boda real" que habíamos vivido en esta aldea tan nuestra, Don buscó sobrepasarla con lujos y excesos absurdos: consiguió que le prestaran el templo católico más importante del país, lo llenó de "estrellas" y "artistas", puso a toda su comparsa a desfilar por una alfrombra roja, para asombro de un maravillado pueblo cartaginés, e invitó a cuanta celebridad conocía su esposa en Telemundo y Univisión, aunque al final solo llegaron Boberto, el de Bienvenidos, y el golpea esposas de Osvaldo Ríos.

En abril del 2006, la periodista Giannina Segnini tumbó a Stockwell de su nube, al revelarnos los verdaderos orígenes del personaje y sus antecedentes penales "ganados" en Estados Unidos, aspectos de su vida que desde luego él no reveló cuando empezó sus esfuerzos promocionales.

Pero el golpe de realidad no frenó los deseos de Don por salir en las portadas, como evidenció cuando se dejó decir que encabezaba un grupo de inversores que quería comprar Saprissa (versión que Jorge Vergara descartó con un desprecio brutal). Más recientemente se convirtió en el presidente del fan club de Otto Guevara, invirtiendo más que nadie en bonos de deuda política, mismos que, tras quedar claros los resultados electorales del Movimiento Libertario, dejaron pérdidas millonarias al empresario, aunque él había justificado aquello como un excelente negocio.

Pero nada de eso importa a los metaleros y roqueros criollos, quienes ya ungieron a Don como su nuevo meseas, como il padrino, el capo de capos.

Stockwell no empezó sus aventuras musicales muy tarrero que digamos: cuando Tropix hizo de disquera y promotora de artistas, empezó con el pop de Porpartes y de esa pega que es Ángel López (aka el gordillo de Son By 4), a quien trajo mil veces para que cantara su one hit wonder, A puro dolor. En cuanto a los conciertos, Daddy Yankee, Chayanne, Cristian Castro, Aventura o Il Divo no son la mejor carta de presentación si uno trata de quedar bien con la cholada.

Pero, astuto para los negocios, el productor/protagonista vio que el público camisetanegra sí es rentable, como bien lo establecieron otras productoras cuando trajeron a Anthrax, Metallica, Iron Maiden, Sepultura, Kreator, Helloween o Dio. Y así, Don Stockwell dejó salir el "metalero" que llevaba dentro por medio de la que se define es "sin lugar a dudas la productora más importante de conciertos nacionales e internacionales radicada en Costa Rica".

Hipócrita sería si me quejara de que Tropix estuviera detrás de las venidas de Aerosmith y Megadeth o que ahora anuncie que traerá a Judas Priest y Whitesnake, bandas todas peso pesado y que, en mi caso particular, me cuentan de fijo entre su público. El tema va por otro lado.

Es la incansable gana de figurar del productor lo que no logro digerir.

Inolvidable cuando en el concierto de Megadeth, Don se paró en el escenario y se recetó un baño de aplausos, al decirle a aquella masa anonadada que si se portaba bien (en términos de taquilla), él le haría el favor de traerle a los Scorpions y a AC-DC. Bastó eso para que esa noche se jurara lealtad absoluta al Don del metal, al primer productor que he visto sale de la usual posición de detrás de bastidores para intentar robarle el show a la banda.

Ahora, que anuncia a los Judas y a David Coverdale, Don vuelve a la palestra, vestido de negro y maquillado a la Kiss... como el roquero más roquero que existió.

Para ser uno de los pocos productores de conciertos que no bautiza a su promotora a partir de su nombre propio, Don Stockwell ha sido el mejor en eso de convertirse en hombre-marca... en una marca con-don.

3 comentarios:

  1. Gracias por tu visita a mi blog, Vic, yo también estaré atenta de tus entradas.

    Por cierto, no lo había notado, pero tienes razón, en este caso, el personaje sobrepasó a la marca jejejeje...

    Saludos,

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  2. Mae de las mejores entradas que he leído por acá. Bien puesto, sin concesiones y sin rodeos. Firmo al estilo Mora y Salgado, para no figurar tanto.

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