lunes, 4 de abril de 2011

Estadio Nacional: apuntes finales


Hoy el nuevo Estadio Nacional vive, por así decirlo, el primer día del resto de su vida. En sus entrañas la cantidad de personal es minima, mientras que en sus alrededores ya no son visibles los policías, revendedores y curiosos que lo orbitaron a lo largo de la semana pasada.

Inaugurado y por todo lo alto. El Estadio Nacional ya entró en funciones y pasó la prueba con nota sobresaliente.

Cierto que aún está pendiente que Shakira mueva sus 48 kilos de caderas dentro del recinto de La Sabana, en un concierto que marcará oficialmente el cierre de las actividades de apertura del inmueble. Sin embargo, la pausa de una semana baja, para mis efectos, el telón de la extravaganza que se montó para que el Nacional se encontrara, por primera vez, con los ticos y se despidiera, simbólicamente, de los chinos.

Y hay que decirlo: qué dicha que ya superamos el tema del estadio. Si bien venimos hablando de él desde hace años, las últimas dos semanas fueron secuestradas por completo por el inmueble de La Sabana, a cuya apertura le dedicamos toda la atención posible. Lo sucedido del 26 de marzo al 3 de abril en el costado oeste del parque metropolitano ha sido la noticia del año, en lo que va del 2011, y por unos días nos permitió olvidarnos de Rodrigo Arias (y así, viendo para el ciprés, nos recetaron un garrotazo en combustibles... típico).

El Icoder –administrador del estadio– le cedió todo el protagonismo a Jotabequ, agencia de publicidad que se aventuró a organizar la fanfarria más esperada en la historia moderna del país. Y el balance final a favor de las tres letras queda en saldo positivo.

Lo primero es reconocer que la agencia se supo rodear de gente experta en los distintos aspectos de logística que involucra una misión de semejantes proporciones. En mi caso, en mi condición de periodista web, no tengo quejas del trato recibido y entiendo lo complejo que fue lidiar con un batido de intereses privados (patrocinadores, provedores, contratistas) con intereses públicos (entes estatales, políticos figurines, etc.).
Más que acertado el incorporar a gente como Gustavo Pacheco –coordinador de producción con colmillo bien ganado en La Guácima–, Diego Gato Jiménez y Alfredo Montealegre –tienen años de producir el montaje de eventos masivos, Festival Imperial incluido– y Juan Carlos Peña, hombre de prensa que sabe lidiar con la jauría mediática, atendiendo con el mismo espíritu positivo a los medios más grandes que a los espacios más alternativos.

¿Hubo fallos? La venta de las entradas podría señalarse como el principal, aunque creo que más debido a la inusual demanda que a deficiencias del sistema, seguida de ls polémicas por la no aceptación de Malpaís y el publicitado rechazo al pedido de El Guato por ser tomado en cuenta. Por lo demás, la logística de esos días en La Sabana funcionó con una efectividad inédita para eventos masivos en el país. El transporte público trabajó a la perfección, tanto los buses como el revitalizado tren. No se dieron las presas que muchos –me incluyo– esperábamos alrededor de La Sabana y entrar y salir del Nacional fue tarea sencilla para las miles de almas de poblaron sus graderías noche tras noche.

Adentro, todos nos sentimos bienvenidos: el lugar hace que uno se acomode a sus anchas... y eso que empezó a funcionar a media máquina, pues aún tiene muchos espacios sin utilizar. Tan solo el hecho de poder levantarse a orinar con la tranquilidad de que nadie le quitará a uno el campo ya es un avance de corte primermundista.

Del programa de actividades poco hay para criticar. La noche inaugural fue majestuosa, irreal, tan buena que costó creer que fuera en Costa Rica (sí, la fe en nosotros no es nuestra virtud). De hecho, los actos menos lucidos no estuvieron en manos de Jotabequ, sino de la Fedefutbol, ente que aún con un gran estadio siguió cometiendo polladas propias de canchas abiertas.

El partido contra China fue aburridón y de mero trámite, algo si se quiere "bueno" en comparación a la tragicomedia en que se tornó el choque con Argentina. Mucho se ha dicho sobre el paso casi invisible de Messi y los suyos por estos lares, quedando siempre claro que la vacilada ocurrió por los malos oficios de la Federación de bola local.

En cambio, impecable resultó la ejecución de las otras actividades del programa, tanto las tres veladas para la música costarricense como los combates de boxeo que culminaron con Hanna Gabriel convertida en "una de las dos reinas de Costa Rica" (la otra no me quedó claro si es Nancy Dobles, Elena Umaña o Gloria Valerín).

Para mis efectos, la actividad que más me llegó fue el festival de música costarricense, maratónica extenuante que puso a 27 bandas y solistas en un escenario de verdad, frente a un público inyectado y apuntado. Ese sábado, aquellos que se consideraban hace poco "nuevos valores" se apropiaron por completo del liderazgo, con nombres como PatiñoQuintana, 424, Sonámbulo, Ojo de Buey, Akasha, Escats, Govinda, Cocofunka y Percance en calidad de los nuevos preferidos, los del arrastre, los de mayor vigencia.

Están otros casos, como Parque en el Espacio –grupo preferido y bendito del ámbito indie que, por lo visto ese día, no la pega tanto con la masa–, agrupaciones experimentadas que lograron ser incluias sin que sepa entender por qué, pues se dejaron enfriar hace rato –como Deznuke y Le*Pop– y bandas veteranas que sí han sabido renovar su repertorio, sin depender exclusivamente de éxitos de 20 años atrás, al estilo de El Parque, Garbanzos, Editus (ojo, en modalidad 360) y, especialmente, Gandhi, grupo que sigue buscando quién lo destrone cuando de ser la mejor banda del país se trata.



A pesar de lo externado por otros colegas cuyos criterio respeto bastante, yo no tengo mayores quejas del cartel armado para representar a la música costarricense en el Nacional. Claro que no todos los grupos seleccionados son mis predilectos y que faltaron algunos que considero vitales –Bufonic, Seka, Ale Fdz, Keep the Gap, por mencionar unos poquitos– pero el concierto no era para los más entendidos o fiebres, sino buscando un balance que le quedara bien a la mayoría... y así fue.

Análisis aparte merecen los grandes veteranos, cuya presencia los más rocos agradecemos pero que, definitavamente, ya bajaron en el orden de prioridades de la fanaticada local juvenil. Por eso no sé si estuvo bien o mal que Pato Barraza no tocara Frágil; o que la gente solo se emocionara con Mechas si le daba a algo de Kadeho o con Villegas si recuerda a Suite Doble o a 50 al Norte. Donde creo que sí hubo un golazo olímpico fue con la presentación de Amalgama, que por más Marta Fonseca en la voz es un grupo sin ninguna presencia entre jóvenes de 20 años.

Y así terminó para mí la apertura del Nacional: el concierto boricua, que entiendo fue otro llenazo, me sonó a algo que ya he oído, gratis, en Liberia y Palmares, mientras que la presentación de Shakira está fuera de mi ámbito de interés (aunque no dudo que será un recital digno de ver, por todos los motivos).

En el apartado político, el Nacional fue un puro beneficio para la presidenta Chinchilla. Laura no solo se hizo con el reflector que Oscar Arias tanto quiso para él, sino que aprovechó para hacer las (aparentes) paces con el vecino de Rohrmoser; llevar chiquitos pobres a los espectáculos y robarle un 5% de atención a Hanna Gabriel, quien debió pelear con la inusual presión de tener a la mandataria haciéndole porras sobre el ring, cinco minutos antes del primer round. Y si bien Laura entró y salió siempre ovacionada del estadio, yo le resentí en el alma que no determinara a Melisenda Pérez, a quien ignoró olímpicamente en las dos ocasiones que subió al cuadrilátero (ignoro si tuvo algún gesto con la estadounidense fuera de cámaras).

Además, muy oportuno le quedó a Carlos Ricardo Benavides el recargo de Deportes: la desesperante exministra titular brilló por su ausencia y Carlos Ricardo estuvo ahí, a la derecha del padre y la madre la noche inaugural, salió en la foto, sonrió, lució sus encantos y hoy nos lo presentan como nuevo titular de la Presidencia. Si ustedes creen en las coincidencias, felicidades.

¿Qué sigue ahora? Recuperemos nuestras vidas, por favor, que no solo de Estadio Nacional vive el hombre. Olvidémonos de Messi, de Shakira y de las bondades chinas, pues ellos son pasajeros... y la vía a Caldera ahí sigue, preciosa.

5 comentarios:

  1. Además de otras cosas, creo que sos atinadísimo en lo de la Presidenta. No sé si te acordás cuando estábamos chamacos el famoso álbum del lagartito Tosty. Así parece ahora: Laura futbolera, Laura Boxeadora, Laura Maquinista. Y sí, terrible lo de Melisenda. Una falta de estatura muy mal vista en una presidenta.

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  2. Te faltó analizar las carreras.... siento que no en todos los ámbitos de organización contrataron personas experimentadas

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  3. buenísimo el artículo!
    dicen q Evolución también estuvo muy bien, aunq tal vez debió ser incluído en el bloque final.
    con la Chinchi, q cansaooo

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  4. 1-la otra reina de Costa Rica después de Hanna Gabriel, me queda muy claro es OSCAR ARIAS SANCHEZ!!! calma pueblo que aquí estoy yo. atte OAS
    2-federación de bola costarricense jajaja, tome chichi!!
    3- en este país que titulo hay que tener para ser ministro de turismo, ministro de deporte y ahora ministro de la presidencia, casi otro erudito de la administración publica como Eduardo Dorian!!

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  5. Una lástima que no incluyeran a Ale Fdz pero si a Esteban Calderón ¿quién es ese carajo? no supo manejar el público y cantó pésimo.

    424 y Ale Fdz son el futuro del pop/rock nacional.

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